La proactividad es una de las características más comunes de la gente altamente efectiva y forma parte del conjunto de estrategias más importantes para conseguir la alta efectividad o el alto rendimiento profesional.
La proactividad supone asumir el pleno control de la conducta de modo activo, lo que implica la toma de iniciativa en el desarrollo de acciones y soluciones. Rápida ejecutividad ante las pequeñas dificultades o problemas que surgen en el día a día de la actividad. Supone responder de manera controlada a las desviaciones o dificultades. Implica también la capacidad de proponer mejoras, sin que haya un problema concreto que deba ser solucionado. Se trata de tener capacidad para decidir, estar orientado a la acción, y utilizar la iniciativa y la rapidez como ventaja competitiva. Responder con rapidez asegurando una efectiva instrumentación, de forma clara y simple. Capacidad de ser flexible y de imaginar que los cambios son oportunidades. Demostrar un comportamiento decididamente orientado a la asunción de riesgos. Crear nuevos y mejores procedimientos para hacer las cosas de mejor modo.
Veamos algunos de los comportamientos asociados a la proactividad como competencia:
- Predisposición de tomar el control con iniciativa, anticipación y acción.
- Dar el primer e indispensable paso.
- Encarar los problemas, ir en lugar de esperar.
- Moverse y mover.
- Hacer que las cosas sucedan.
- Ser optimista.
- Tener capacidad constructiva.
- El sí frente al no.
- Actitud mental positiva.
- Ser entusiasta y poner pasión en la acción.
- Serenidad en los problemas optando por un enfoque distinto.
- Aceptar como somos hoy pero enamorarnos de la posibilidad real de cambiar mañana.
- Visualizar el éxito.
- Ver la oportunidad y vislumbrar la recompensa que aguarda tras el esfuerzo.
- Es la mano que tira de nosotros, la motivación.
- Afrontar un desafío o una situación conflictiva: el optimista siempre tiene un proyecto, el pesimista una excusa.
- No es un espectador de lo que sucede.
- Examinar nuestras alternativas.
- Autocontrol y dominio de emociones.
- Tomar el control, evitando tanto la precipitación como el inmovilismo.
- Encontrar todas las cosas buenas que tenemos y las que podemos llegar a sacar de dentro. Ahí estará muchas veces el impulso que necesitamos para ponernos en marcha.
Ejemplo de lenguaje proactivo
- Tú eres la solución.
- Examinemos nuestras alternativas.
- Puedo optar por un enfoque distinto.
- Controlo mis sentimientos.
- Puedo elaborar una exposición efectiva.
- Elegiré la respuesta adecuada.
- Elijo.
- Prefiero.
- Lo haré.
Lo opuesta a la proactividad es la reactividad, siendo algunos de sus comportamientos más habituales:
- Actúan conforme se produzcan los acontecimientos, viéndose afectadas por su entorno de manera constante.
- Si el tiempo es bueno se sienten bien, si no lo es, les afecta a sus comportamientos y actitudes.
- Si los demás les prestan atención, les valoran, les reconocen se sienten bien, si no es así, se siente mal.
- Las personas reactivas son muy lábiles emocionalmente, estando a expensas de las conductas y comportamientos de los demás.
Ejemplo de lenguaje reactivo
- No puedo hacer nada.
- Yo soy así.
- Me vuelve loco.
- No lo permitirán.
- Tengo que hacer eso.
- No puedo.
- Debo de…
- Si…
Es muy importante aprender a identificar los comportamiento asociados a cada uno, sobre todos los reactivos para poder combatir con argumentación objetiva suficiente dichos pensamientos que pasan por nuestra mente. O lo que es lo mismo, se trata de identificar aquellas razones objetivas que dan sentido a tu temor o miedo, así como los hechos que los validan. Se trata de repetirnos hasta la saciedad “¿y por qué?” hasta quedar sin respuestas.
Foto de Kampus Production en Pexels